ÉTICA DE UNA SEXUALIDAD INTELIGENTE

SEXUALIDAD

En pleno siglo XXI y en los momentos críticos de confinamiento que atravesamos, con la pandemia SARS-CoV-2/COVID-19 en lo alto, los dilemas morales y las reflexiones éticas (medioambientales, económicas, familiares, políticas, educativas, profesionales, etc.) están a flor de piel. Ahora más que nunca, debido a las dificultades en la convivencia diaria y la adaptación continua a los nuevos y complejos escenarios sociales y sanitarios que estamos afrontando necesariamente. Este artículo es una breve invitación cordial y saludable para sopesar y discernir sobre las aportaciones de dos primas hermanas que van de la mano -la ética y la moral-, que tienen por cierto la misma raíz, donde se integran mutuamente el carácter y las costumbres, que nos llevan prácticamente al comportamiento entre los seres humanos que se aman. Pero antes de nada, alguien inteligente se estará preguntando, ¿para qué sirve la ética, con la que está cayendo? Verdaderamente, la ética es ahora un tema de gran actualidad. Necesitamos de la ética para facilitarnos la vida los unos a los otros con mayor bienestar, ser mejores personas y más felices, crecer juntos frente a las adversidades, humanizar lo que nos rodea, tratarnos mejor en pareja y cumplir ciertas normas ante esta grave catástrofe de Salud Pública, con la virtud suprema de la justicia, que debe ir ligada a la prudencia. Qué mejor momento este por generar predisposición para desarrollar las virtudes clásicas de los griegos hacia la excelencia (Areté). ¡Y que en estos tiempos no nos falte la cordura! que la define Cortina (2007) como el injerto de la prudencia en el corazón de la justicia. 

Se evidencia, tras el análisis de algunos datos científicos contrastados con la experiencia psicosocial, clínica y educativa, que hoy día resulta imprescindible educar en principios éticos, los cuales nos pueden ayudar a gozar de la vida y de las relaciones sexuales y amorosas, tener relaciones satisfactorias, ser más felices. Y este parece el camino más inteligente de vivir personalmente, en pareja y en comunidad (López, 2015). En esta línea, debemos apostar por forjar el carácter de los adolescentes porque nacemos con un temperamento no elegido y en la vida vamos tomando decisiones. Podríamos contar para nuestras actuaciones con la ayuda de los valores éticos. Para ello, siguiendo las aportaciones de dos grandes autoridades españolas en los campos de la Ética (Dra. Adela Cortina) y de la Psicología de la Sexualidad (Dr. Félix López), se nos abre una puerta de esperanza a la formación en el arte de reflexionar y argumentar sobre asuntos sexuales y amorosos, situaciones y relaciones que tienen implicaciones éticas (libertad, justicia, dignidad, bienestar, placer, felicidad, igualdad, fraternidad), para juzgar y obrar con “prudencia”, sopesando de manera inteligente las diferentes alternativas entre las que podemos decidir y sus consecuencias. Y en definitiva, facilitar el proceso de crecimiento para que los jóvenes que quieran puedan tomar decisiones con libertad y justicia, respetando la dignidad propia y ajena. Estos autores nos inspiran un modelo de cómo trabajar éticamente en favor del placer y el bienestar, haciendo una apuesta por la ética basada en un concepto positivo de la sexualidad.

ÉTICA DE UNA SEXUALIDAD INTELIGENTE

Por ello, no toca ahora un periodo social muy significativo en el cual debemos elegir desde la libertad y responder a los dilemas con cerebro (actuación emocional e intuitiva con argumentos), desde algunos valores éticos que son prioritarios en pro del encuentro y las relaciones cordiales y amables. Así podremos transformar la sociedad, primero partiendo de uno mismo, buscando el bienestar compartido y comunitario. Cada cual debiera tomar cartas en el asunto de forma personal y aceptar un compromiso ético, respetando los Derechos Humanos y acercando su famosa Declaración, reconocida en 1948, a la realización con prácticas concretas y hechos observables. Inevitablemente todos somos seres morales y valiosos porque tenemos ciertos dones y talentos que nos han tocado por suerte o caídos en gracia, pero que los tenemos. Y adquirimos la benevolencia a través del aprendizaje vicario y el modelado, es decir, por medio del ejemplo visible vamos haciendo camino. Aprendemos nuestro lenguaje moral en nuestra cotidianidad y sólo se aprende lo que se hace, dejemos los discursos y dar lecciones que confunden la ética con la cosmética y demos decididamente el paso a las acciones éticas con ejemplaridad y coherencia. Realmente, el primer paso firme es que nos lo creamos. ¿Qué es lo que me parece importante en nuestra sociedad?, ¿Cuáles son mis valores prioritarios?   

Los resultados del estudio de López, Fernández y Carcedo (2017) destacan una tendencia ética mayor en el caso de las mujeres, especialmente en lo relativo al placer y bienestar compartidos y a la lealtad. Se refleja que esa doble moral (todavía presente) y el servirse de estrategias desleales durante la seducción están entre los aspectos que necesitan mayor educación ética, ya que la decepción de muchas mujeres, especialmente a partir de los 30 años, e incluso antes, ante las conductas sexuales de los hombres es el resultado de estas experiencias dolorosas. En este sentido, no son pocos los que legitiman el engaño emocional y otras estrategias con tal de conseguir que la otra persona acepte. En dicho estudio, realizado en una población de 480 adolescentes y jóvenes (13,1% varones y 86,9% mujeres), el 41,5% está totalmente de acuerdo que en una relación de pareja estable uno puede cumplir las normas que se establecen en diferente medida que el otro/a. No son pocos los que creen que no está claro que ambos puedan tener las mismas obligaciones y las mismas libertades. Bastantes consideran que el grado de cumplimiento de las normas puede ser diferente. Visto lo cual, no cabe ninguna duda que nos queda por hacer aún un importante trabajo en materia de igualdad de género (López et al., 2017).

Asimismo, en el estudio se atestigua que es legítimo no revelar los verdaderos sentimientos hacia el otro, si conociéndoles sabemos que nos rechazaría y no aceptaría tener relacione sexuales (34,4%) o decirle la verdad sobre los compromisos que de hecho no vamos a adoptar porque si lo supiera no aceptaría tener relaciones amorosas (39,2%). Curiosamente una minoría apreciable opina que el consentimiento se puede conseguir de forma más o menos legítima engañando, presionando o utilizando el chantaje emocional. Estos hallazgos, subraya Félix López, revelan que los adolescentes y jóvenes no parecen caer en la cuenta de que para que haya consentimiento, este debe estar bien informado, porque de lo contrario no es una decisión libre. El lenguaje engañoso, las promesas que no se piensan cumplir, etc. son una de las causas más frecuentes de vulneración del consentimiento. En cuanto al placer compartido, los porcentajes son más bajos por el peso del individualismo en nuestra sociedad: lo más inteligente es ocuparse de uno mismo. Nuestra cultura individualista considera derecho al placer tan privado que olvida, se despreocupa o desprecia cómo se siente la pareja. En relación a la salud, hay una minoría significativa que parece considerar legítimo asumir un nivel de riesgo por parte de ambos, a veces e incluso sin que el otro lo conozca. 

Los autores concluyen que casi todas las personas participantes afirman valorar y cumplir con los distintos principios éticos, los cuales son apoyados por la mayoría, pero también hay graves lagunas en la ética de las relaciones sexuales y amorosas que deberíamos intentar eliminar. El principio que se valora y se cumple de forma más consistente es el de consentimiento, mientras que las afirmaciones sobre creencia y la conducta y la conducta éticas en el caso de los principios de igualdad, de lealtad o de salud no son tan contundentes. El porcentaje de relaciones insatisfactorias (10,6%) es muy inferior al de las relaciones satisfactorias (89,4%). El 93,1% afirma tener relaciones de exclusividad, y el 6,9% no exclusivas. Las mayores diferencias entre hombres y mujeres se encuentran en la conducta ética para el bienestar y placer compartidos y la conducta ética para la lealtad. Persiste la doble moral y un reconocimiento menor del derecho del placer de las mujeres. 

Después de darle un breve repaso científico a lo que sabemos de la ética sexual y amorosa en adolescentes y jóvenes, es más fácil tomar conciencia que todo esto supone una tarea urgente, en los tiempos que corremos, la de educar a los adolescentes para que detecten las mentiras, en forma de nuevos mitos, y no se las crean. Tomando las palabras de Adela Cortina, veamos la importancia de educar éticamente para que nadie trate de dañar tanto a otro, que su única preocupación sea cuándo llego al límite de lo que es delito. Es verdad que los profesionales y los padres hemos de educar en la escuela y en la familia para vivir en paz, desarrollando un trabajo en equipo de la ética intersubjetiva, como lo denomina esta misma autora, una construcción conjunta desde la unión crítica entre todos. 

Siguiendo a Cortina (2007), cuando habla de la ética frente a la intolerancia, el problema de libertad de expresión y delitos de odio se resuelve con una ética de la ciudadanía que no quiere dañar a otros, precisamente porque se dan cuenta que son dignos. En clave de tolerancia, habría que diferenciar claramente dos ideas: 1) una cosa es la tolerancia y 2) otra cosa es también tolerar a los intolerantes. Vamos a ver, a las personas hay que respetarlas siempre, otra cosa son sus opiniones ya que no todas las opiniones son respetables, ni muchísimo menos. Las opiniones se tienen que ganar el respeto. Referente a la ética de la igualdad, lo que no se puede tolerar son las opiniones que no son respetables (p. e., “las mujeres son inferiores a los varones”), esto es una auténtico disparate y es terrible que todavía haya gente que piense así. Entonces hay que ser tolerantes con las personas intolerantes, pero no con estas perspectivas “machistas”. Por eso, nos queda mucho por hacer una tarea ética y hablar en la sociedad con la voz alta y argumentar juntos qué es efectivamente respetable y qué no lo es ya porque no todo es igualmente valioso. 

Atendiendo a la ética de la diversidad, existe una enorme resistencia cuasi-biológica a estar cerca del que es un tanto diferente (otra tendencia, religión, cultura, clase social, etc.). Cortina (2007) refiere que en España nos resulta todavía muy difícil el aceptar al que es algo diferente, y dar el paso a querer aprender de esta otra persona (abrirme a contemplar ¿qué es lo que tiene diferente que yo no lo tengo?). Por lo tanto, esta es una de las grandes asignaturas pendientes desde la escuela y la familia. El pluralismo es una riqueza, un lujo y un potencial inédito que hay que mantener. No sabemos apreciar ni aprender la riqueza de la diferencia. Hay que ofrecer como una oportunidad de enriquecimiento para los adolescentes, intentar integrar que se den cuenta de que son iguales en dignidad y además diferentes en unas aportaciones que les pueden empoderar y salir ganando mucho más que si siempre están con los de su mismo estilo.  

Y dicho esto, ¿qué podríamos hacer los profesionales de la relación de ayuda para abordar la ética de una sexualidad inteligente? El Equipo de Félix López nos propone seguir un procedimiento, que debiéramos adaptar a nuestra realidad de trabajo, para el entrenamiento grupal por medio de analizar un conjunto de dilemas morales, con la presentación de testimonios o narraciones de algunos casos reales. Siguiendo esta metodología, que trataría de responder a las verdaderas necesidades grupales de una población determinada, se podrían en juego la clarificación de valores a través de la discusión y la clarificación. Si contamos con el compromiso y la colaboración activa de los participantes, se podrían emplear ensayos de conducta con escenificación de situaciones concretas, tratar las conductas tanto inadecuadas como adecuadas y proceder a un análisis de las consecuencias. En este procedimiento dinámico y activo seguiríamos los 7 principios éticos: consentimiento, placer y bienestar compartidos, igualdad, lealtad, salud, diversidad y cuidado (López, 2015 y López et al., 2017). 

Además sería realmente interesante y útil que evaluásemos esta formación y/o entrenamiento antes, durante y después, tanto los conocimientos, la capacidad de describir conflictos de valores, como el análisis de las alternativas y cuál es la decisión ética mejor argumentada y la conducta más coherente. Escuchar las valoraciones críticas de los participantes y sus propuestas para mejorarlo también nos vendría muy bien para darle continuidad y seguir afinando en poner en valor la ética de una sexualidad inteligente. Aunque los materiales de la formación deban ser un programa elaborado ex profeso, atendiendo las singularidades del grupo diana, conviene que tengamos en cuenta la bibliografía citada del trabajo publicado por el Equipo del Dr. Félix López Sánchez (“Educación sexual y ética de las relaciones sexuales y amorosas”) y las publicaciones de la Dra. Adela Cortina Orts (Catedrática de Ética. Universidad de Valencia).

Hemos avanzado mucho a lo largo y ancho de la historia, pero seriamente todavía nos queda un largo recorrido por delante, demos el primer paso, quizá sea el más difícil. No estamos solos en este itinerario, contemos con el apoyo de la escuela, la familia y los amigos, pero también -por si fuera necesario- existe la ayuda de especialistas y profesionales que nos pueden aportar herramientas eficaces y recursos para renovar nuestro pleno derecho a disfrutar de las relaciones sexuales y amorosas placenteras, recuperar el bienestar con nuestra pareja y mejorar la calidad de vida. 

BIBLIOGRAFÍA

Cortina, A. (2013). ¿Para qué sirve realmente la ética? Barcelona: Paidós.

Cortina, A. (2007). Ética de la relación cordial. Educar en la ciudadanía para el siglo XXI. Oviedo: Novel.

López, F., Fernández, N. y Carcedo, R. (2017). Educación sexual y ética de las relaciones sexuales y amorosas. Madrid: Pirámide.

López, F. (2015). Ética de las relacione sexuales y amorosas. Madrid: Pirámide.

DATOS DEL AUTOR

ÉTICA DE UNA SEXUALIDAD INTELIGENTE

Dr. Javier Torres-Pereira

Doctor en Psicología. Psicoterapeuta Familiar y de Pareja con consulta particular en Huelva. Profesor en el Departamento de Psicología Clínica y Experimental de la Universidad de Huelva.

Un comentario sobre “ÉTICA DE UNA SEXUALIDAD INTELIGENTE

  1. JoséLuis/ Mary Contestar

    Enhorabuena Javier.
    Deseamos que tus consejos caigan en “tierra fecunda”.
    Un abrazo de tus padres.

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